«San Cebrián piensa que la mejor forma de integración es la laboral»

El responsable del grupo de atención a personas con discapacidad recibe hoy un homenaje con motivo de su jubilación tras una labor de 34 años
«Necesitaremos nuevas líneas de negocio para la demanda de más servicios y mayor especialización» «No hemos enganchado todavía la atención temprana para completar el ciclo vital del usuario» «Quisiera que nos consideraran como una empresa sin más. Tenemos 300 personas en nómina»
El que ha sido cabeza visible de la Fundación San Cebrián ha anunciado que deja el cargo de gerente que ha ocupado durante más de treinta años, desde que se creó la organización para la atención a las personas con discapacidad intelectual, en 1980. La confederación Feaps, a la que pertenece la fundación, le rinde hoy un homenaje por su trayectoria de trabajo con este colectivo. Fidel Ramos reconoce que esta despedida le produce una sensación agridulce, y se muestra satisfecho de haber conseguido un proyecto compartido y la implicación de los padres. Como asignatura pendiente, destaca la atención temprana. –¿Qué sensaciones tiene al abandonar el cargo después de 34 años? –De ambivalencia. De felicidad, por ensayar una nueva forma de vida, y de una cierta tristeza y nostalgia por dejar algo en lo que he sido feliz. –¿Lo deja definitivamente o se va a mantener vinculado a la fundación? –Seguiré colaborando de forma voluntaria. Formaré parte de patronatos y en las relaciones con otras instituciones en representación de la organización. – Le van a ofrecer un homenaje, ¿cómo se reciben estas muestras de reconocimiento? –Pues también de forma ambivalente. A veces, uno piensa que es una forma de despejarte, pero, evidentemente, también es una forma de agradecimiento, que no sabes si es inmerecido. Yo digo que hay que ser muy humildes para recibir homenajes. –¿Cómo ha visto la evolución de la fundación en este tiempo? –La organización se ha consolidado, se ha profesionalizado y ha diversificado los servicios, y el hilo conductor ha sido el crecimiento, sin perder la cercanía a las personas. De lo que era una residencia, se ha pasado a pequeñas unidades de convivencia. Pocas organizaciones tienen, no ya en Castilla y León, sino en España, en torno a cincuenta pisos. –¿Cuáles son las fortalezas actuales de la Fundación San Cebrián? –La diversificación de los servicios, la atención a los mayores con discapacidad intelectual y en el área sociosanitaria. Otro aspecto fuerte es la diversidad en la creación de empleo. Son unidades de negocio pequeñas, pero diversas. Y no puedo olvidar la profesionalidad –se ha invertido mucho en formación– y el incremento de la base social. Tenemos 750 socios, pocas organizaciones tienen esta base viva. Y quiero destacar que soy el coordinador de un equipo en el que ha primado la participación. –¿Cuáles son los puntos débiles o que sería conveniente reforzar? –No hemos enganchado todavía la atención temprana y el apoyo escolar a esos niños hasta los 14 años, que es lo que faltaría para completar el ciclo, aunque tenemos el servicio de guardería. También se ha pasado a un modelo de dependencia de lo público, que no comparto del todo. No hablo de subvenciones. La fundación no recibe subvenciones. Pero al ser plazas públicas, se ha pasado de dar una respuesta a la carta, al socio privado. Yo lo veo como una debilidad. Quisiera que nos consideraran una empresa sin más. No tenemos esa ventaja, y pocas empresas hoy en Palencia tienen 300 personas en nómina, como tenemos en la organización. –¿Hasta punto esa estructura empresarial –aunque sea una organización sin ánimo de lucro– ha favorecido la creación de empleo? –La Fundación San Cebrián puede ser promotora de empresas que valoren la inclusión o puede ser buscadora de inserción laboral en empresas para que estas cumplan su responsabilidad social, o promotora de unidades de negocio que den prioritariamente empleo a nuestros socios. Y contamos empleos directos, además de los indirectos que generamos. La organización piensa que la mejor forma de integración social es la laboral. Como para cualquier ciudadano. –¿En qué forma favorece el trabajo esa integración? –Yo suelo hablar del coeficiente intelectual del bolsillo. Si alguien tiene 20 euros en el bolsillo, entra seguro en una cafetería; si no tienes dinero, ya vas con miedo. Antes, las personas deficientes, buscaban colillas, bebían lo que sobraba en los vasos, porque los padres decían: «Como no tienen capacidad de administrarse, no les damos dinero». No. Dales dinero, porque aunque no sepan manejarlo, saben sacar un billete para pagar. Calidad de Vida –¿Así pues, el objetivo de la fundación sigue siendo el empleo? –La misión de la fundación es la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y de sus familias. Pero entendemos que para esa calidad de vida, la integración laboral es un buen medio. No todo el mundo puede, pero hay puestos que sí, y que pueden ser adaptados. –¿Cómo cree que percibe la sociedad hoy en día a las personas con discapacidad intelectual? –La imagen ha mejorado sensiblemente. Ya nadie cree que tengan que estar encerrados. Se les ve con benevolencia, pero de ahí a que consideren ‘este señor puede ser un trabajador’ todavía falta. –¿Cree que se ha reconocido su trabajo de todos estos años? –Creo que sí. Porque, para bien o para mal, he sido la cabeza visible., y mucha gente identifica la organización con Fidel Ramos, aunque sea para una crítica o una queja. En ese sentido, yo me he sentido muy satisfecho con un trabajo que me parece digno y del que estoy orgulloso. –¿De qué logros se siente más orgulloso? –Lo que más satisfacción me produce es que este proyecto es compartido, que muchas personas se sienten padres de esta criatura y se identifican con el proyecto. Otro motivos de satisfacción grande es que las personas con discapacidad van siendo más protagonistas de su vida, tienen voz, forman ya parte de los equipos de dirección. Me hubiera gustado dejar como adjunto al menos a una persona con discapacidad intelectual. Y si me hubiera reemplazado un director general con discapacidad intelectual, sería… –¿Cómo ve el futuro de la fundación y de la atención a la discapacidad intelectual? –Veo una organización consolidada, pero que debe establecer alianzas con otras entidades, y que no tiene que bajar la guardia en el protagonismo de los derechos de las personas con discapacidad. Y veo con cierto optimismo el incremento de las líneas de negocio, de empleo, porque no hay que ser muy visionario para entender que la gente se hace mayor y va a necesitar más servicios, más especialización y más recursos.